AVISO: Están renovados hasta el capítulo 9. El resto de capítulos están como antes. Iré avisando según renueve más capítulos.

domingo, 30 de octubre de 2011

Capítulo 23: [Segunda parte]

Nota de la autora ~> ¡Hey, lectoras/es! Pronto vendrá el Capítulo 24...¡¡¡EL BAILE!!! Esto, al ser una segunda parte, no es muy grande, pero es lo que hay. Espero que os guste.
Para los que estáis maldiciéndome por los cuatro reinos porque no hay acción y ahora la historia se ha parado en un: STOP, toca la parte cuento de hadas. Traaaaaaaanquis, ¿queréis sangre, muerte, secustros y destrucción? ¡¡PRONTO!!
Besos y si sois buenos Guardianes que cumplís con vuestro deber, ¡dejad un comentario!
Si sois unos entes rebeldes...¡Vamos, sabéis que queréis!



Ambos miraron al híbrido durante unos segundos, que se quedó en silencio. Las comisuras de sus labios se torcieron hacia abajo en una teatral mueca de tristeza.

—Tienes mi pésame, pelirroja.—siseó negando con la cabeza.

Julian, con muchos esfuerzos por su parte, reprimió una malsonante contestación y se giró hacia Chelsea, que los observaba casi divirtiéndose. Qué macabra. Dispuesto a decir algo en contra, abrió la boca, pero se adelantaron.

—¿Y qué pasa si no quiero ir con él?-preguntó Scarlett en voz tímida, negándose a mirarlo a la cara.

La sonrisa del monstruo y la renacuajo asomó casi al mismo tiempo. Las nueve palabras de la Guardiana novata le pegaron en la cara como si fueran una bofetada. Alzó una ceja, conteniendo una maldición de nuevo y mantuvo el silencio esperando la contestación.

—La asistencia con pareja es obligatoria, y menos Julian, no hay nadie en esta casa que pueda ir contigo.—contestó Chelsea en tono aburrido—Además, conociéndote te vendrá bien un buen bailarín.

Scarlett apretó la mandíbula avergonzada y asintió en silencio, pero a Julian no se le pasó por alto la mirada cómplice que tuvo con Kira. Al ver que los observaba, el híbrido sonrió con malicia y agarró bruscamente a la muchacha por las muñecas, atrayéndola hacia sí. Le susurró algo al oído y ella se apartó de golpe, con la cara enrojecida. El Elementar notó como le estallaban varios huesos de los dedos al apretar el puño con tanta fuerza.

—Preferiría no acabar tullido, gracias.—replicó despectivamente, dándoles a todos la espalda.
—Tu asistencia también es obligatoria, Julian.—suspiró Chelsea cruzándose de brazos. Los salones de baile no eran su sitio, su lugar estaba en los campos de batalla—De esta no te libras.

El pensamiento de que María había desaparecido de repente de la habitación le hizo presentir que algo malvado y en forma de tarta, vestido o animalito herido aparecería pronto por allí. Hizo una seña para que los músicos se marcharan y enfrentó su cara contra la de Chelsea, enfadado.

—Creo que hay un punto que nadie tuvo en cuenta hasta ahora.—echó un vistazo a Scarlett, ya totalmente desaliñada. Esa chica no era capaz de mantenerse impecable más de cinco segundos.—No tiene ni idea de como comportarse frente a la nobleza y realeza.

Eso pareció tomar a Chelsea por sorpresa y avergonzar -y quizá molestar un poco- a Scarlett.

—Sus modales...sí...aunque creo que Dáranir le encomendó a María esa tarea.
—¿Modales? ¿Para qué se necesitan?—suspiró Kira encogiéndose de hombros.

Julian lo taladró con la mirada.

—Obviamente, alguien de tu calaña no los tiene ni los necesita para mezclarse con los otros de tu...ralea.—le escupió con tono burlón a la cara.

Al híbrido pareció importarle bien poco, para variar. Volvió a encogerse de hombros y se dirigió hacia la puerta. Julian se mantuvo en sus trece, a pesar de las miradas indescifrables que le estaba lanzando Scarlett.

—Pues ese alguien de mi calaña se va a su habitación.—dirigió un saludo cautivador a las dos chicas y cerró sin hacer ningún ruido, en un silencio casi espeluznante.


                                                                      ***


Al rato volvió María para secuestrar por tercera o cuarta vez a Scarlett. La cogió de un brazo y la arrastró escaleras arriba, llevándola al salón. Ambas salieron a la terraza, ya era casi mediodía. La hiperactiva chiquilla rubia llevaba un pantalón de cuero gris ajustado acompañado con un chaleco caoba y unos botines de piel. Era un detalle que siempre le resultó curioso a Scarlett; las gentes de esa parte del muro -entes femeninas- vestían casi siempre con vestidos medievales o ropas extravagantes, pero las Guardianas solían llevar ropa ya preparada para pelear si fuera necesario. Y María era una buena guerrera, aunque no llegaba al nivel de Chelsea. Recordó la vez que la vio montar a aquel demonio Gesset en el bosque de los centauros...¡riéndose! Julian se había cansado de ella y zanjado la tarea. Nunca, en ningún momento, había visto a María ponerse seria...exceptuando aquella vez en que la vampiro Vanessa la había herido.

—Scarlett, ¿cómo crees que debes dirigirte a sus altezas?—preguntó de pronto sacándola de sus ensoñaciones.

Ella caviló un poco en su mente. Tratar con reyes...Dioses. ¡Con reyes! Las manos comenzaron a temblarle, pero las agarró con fuerza, como regañándose a sí misma. Si se había enfrentado a un gigante, podría enfrentarse a un par de personas de sangre azul.

—Bueno, lo he leído y visto en películas...¿una reverencia y llamarles siempre “su Majestad”?

María la miró sin entender. Scarlett suspiró. Por supuesto, no sabía qué era una película.

—Supongo que por algo se empieza.—rió con su cantarina vocecilla de niña pequeña.—Durante estos próximos siete días te convertiré en toda una dama. Ah...será la mejor noche de tu vida, te sentirás una princesa.

Scarlett no estaba segura de si deseaba sentirse como una princesa. María no le dio tregua y continuó con su monólogo.

—Habrá muchísimas personas, todas las gentes de noble cuna estarán presentes. Y conocerás a los Guardianes de las Casas de toooooodos los reinos. ¡Estarán los cuatro reyes y reinas! Y...sus hijos. Tienes que conocer al príncipe Rickard, es toooodo un caballero. Seguro que muchos grandes señores se ofrecen a bailar contigo, al menos tú eres más alta.—casi ignorando a Scarlett se sentó en el bordillo de la terraza, contemplando los jardines.—Yo nunca puedo ir con nadie de pareja a ningún sitio, exceptuando a Mark. ¡Pero es mi primo! Un primo sobreprotector...¡en serio! Me prohíbe estar con cualquier hombre al que no haya investidado minuciosamente antes. En eso salió al resto de mi familia. Antes de ser Guardiana me tenían entre sedas y rosas, casi sin poder salir de casa. ¡Era una prisión! Ah...supongo que no me entiendes. Y fue en ese momento cuando descubrí...

La muchacha pelirroja rió tan bajo que no pudo escucharla y sin hacer ruido, salió del salón, dejando a María con sus divagaciones. Ella misma tenía que divagar sobre el baile en su honor. Bufó poniendo los ojos en blanco. ¿En serio? ¿Ella en un baile? ¿¡Bailando!? Sí, ya se vio que se le daba de maravilla, tenía una coordinación sorprendente. Sorprendentemente mala. Había puesto a Julian de los nervios, aunque bien pensado, él siempre estaba de los nervios. Caminó sin rumbo y acabó justo ante las gigantescas puertas de la biblioteca. Entró sin llamar, a esas horas nunca había nadie. Dáranir estaría en su despacho, peleándose con sus cuentas y papeleo, Kira jamás se metía en la bibloteca. Cuando ella le preguntó porqué el híbrido le respondió que apestaba a Julian. Al contrario que él, para Scarlett el Elementar tenía un olor muy agradable, una mezcla entre madera, libros y nieve. Un olor...¿hogareño? Kira era completamente distinto. Olía exótico, casi imposible descifrarlo. Fuego -si es que el fuego pudiera tener olor propio-, tierra seca y su propia y extraña fragancia, esa imposible de descifrar, una mezcla agridulce.

Fue a la su estantería y cogió su libro favorito. Sonrió nostálgica. Aquel libro de color celeste era todo lo que tenía de su familia. Los Chevalier. Lo abrió por donde se había quedado la última vez, pero antes le dio un repaso visual al retrato de su abuela, Nadia, una mujer de rostro afilado y moreno, con el pelo corto, liso y de un rojo exacto al de ella. A penas se diferenciaban en el rostro, más redondo el de Scarlett. Era casi como verse reflejada. Rozó con los dedos la página, sonriendo. Había descubierto muchas cosas sobre su desconocida familia, pero de la que más hablaba el libro era de Nadia. Había sido Elementar del Agua, Julian se lo recordaba una y otra vez, pero Scarlett se negaba a intentar descubrir si ella lo era también. Estaba casi segura de que no y por un motivo que ni ella misma entendía, deseaba no saberlo.

¡BROMNGH!

Scarlett viró en redondo hacia la puerta por el estruendo y encontró a María jadeando, con un objeto en la mano y esa sonrisilla diabólica que siempre intentaba hacer para imitar a Kira. Esta vez la hizo a la perfección. Scarlett se estremeció.

—¿Qué es eso?—dijo en un susurro, siempre tan curiosa.

La sonrisa de María se ensanchó. La Guardiana pelirroja tragó saliva.

Ogaaaendu7d-i1bbgu-tqx1ta7zrk7tb_en0glfynasmmditske3cvc8rl2mlolk0hmh0tmtg_onkrgqohgyo1efc8iam1t1ulhfg0yfp56m74u9jressuzrvdd3_large—Esto, querida, es un corpiño. Algo que vas a llevar durante toooooda la semana para acostumbrarte. ¡Porque obviamente también lo llevarás con el vestido!—rió con su voz aguda y cantarina, corriendo a probárselo.
Scarlett sintió como se quedaba sin aire en un segundo cuando le apretó las cintas.

—María...María...más...¡flojo!—suplicó asfixiándose.

Ella suspiró con una mano en la mejilla y aflojó ligeramente el corpiño color carne.

—Será una dura semana...oh, sin duda. Pero valdrá la pena.—le dirigió una mirada de felicidad a Scarlett—Por cierto, ha llegado el vestido que pedí para ti. Es perfecto. PERFECTO. ¿Comprendes?

La muchacha asintió casi por acto reflejo. En una cosa tenía razón. Iba a ser una semana muy dura.



                                                                       ***


Los primeros tres días de la semana pasaron con una horrorosa lentitud. Scarlett casi no había mejorado nada en lo que se refería la baile, pero se iba acostumbrando a llevar el corpiño y aunque María siempre lo apretaba excesivamente, su tía Ren, siempre tan amable, cuando no miraba su sobrina lo desataba sutilmente sin que se notara para que la presión no terminara por asfixiar a la pobre.
Julian y Scarlett habían pillado dos veces a Dáranir y Chelsea en el salón de baile a altas horas de la noche, fingiendo ser una alumna y su profesor y bailando riéndose cómplices. A Scarlett le parecía enternecedor, sin embargo, Julian estaba que echaba pestes.
María se había vuelto la persona más estricta de todo el Submundo en lo referente a modales. Observaba minuciosamente a Scarlett mientras comían, mientras andaba, mientras leía y mientras entrenaba. Chelsea tuvo que echarla más de una vez de los entrenamientos de lucha por molestar con sus gritos del tipo “¡Una dama estaría más derecha!” “¡No deberías sudar tanto!” “¡Eso no ha sido nada femenino!”
Como la mayor parte de las veces, por no decir todas, Scarlett asentía, le dirigía una sonrisa y luego, ignoraba completamente sus comentarios, María terminó por parar de aparecer allí.
Al quinto día ya sabía bailar medianamente el vals, aunque los pies de Julian no estaban del todo a salvo. Scarlett se sorprendió al verlo reír una vez cuando tropezaron.
Mark vigilaba de cerca a María, porque según él, cuando estaba tan feliz siempre se daba algún golpe contra algo. ¡Y no le faltaba razón! Al sexto día faltaban tres jarrones, había tropezado pro las escaleras y se había caído de la silla al intentar ayudar a Ren a coger la sal. Su primo la curaba, era su deber como único miembro con conocimientos de medicina en la casa.
Y en cuanto a Kira...se encontraba desaparecido. Casi nunca salía de su habitación y cuando Scarlett se dirigía a él, este le hacía algún comentario burlón, invadía su espacio personal y se marchaba tambaleante de nuevo. Parecía fuera de lugar. ¿Sería por que él no podía ir al baile? No creía que fuera por eso, no era típico de Kira, a él no le importarían esos actos sociales. A él solo le gustaban las peleas, las mujeres y la diversión sin límite. Ahora que sabía su secreto, que Kira era mitad demonio, no lo veía de forma distinta, a pesar de que la hubiera dejado a cuadros su otra “forma”.
El séptimo día fue el más relajado de todos. Debían descansar para la noche siguiente.
Las horas pasaron y finalmente...la mañana del catorce de febrero llegó.

sábado, 22 de octubre de 2011

Capítulo 23: La batalla es en el salón de baile [Primera parte]

Nota de la autora ~> Este capítulo me estaba quedando larguísimo, así que lo dividí en 2 partes. 
Por cierto, he puesto una nueva encuesta ¿Quién es el traidor? por ahora al parecer va ganando Kira seguido de Mark...interesante. ¡Contadme vuestras sospechas!
Besos, lectoras/es. Disfrutad con la lectura.




Caminaba de un lado a otro de la habitación con las cejas fruncidas y una mirada hostil que dirigía a cualquiera que osara molestarlo hablándole. Estaba pensando formas de tortura para el híbrido. Y quizá también para Scarlett. Sí, para los dos. Tenía unas ojeras muy marcadas, como las de los demás. Todos habían pasado la noche sin dormir y buscando a la maldita novata. Pero él tenía una idea de lo que había pasado...<<Kira>> pensó escupiendo sus propias ideas macabras hacia su interior. Hasta el nombre le daba náuseas.
-Si está con él no deberíamos preocuparnos tanto...-empezó María y calló al instante por la mirada que le clavó Julian en la nuca.
Dáranir era el más cansado de todos, después de él. Su demoníaca gata blanca le arañaba los hombros sin hacerle daño, ronroneando. Tendría hambre. Soltó de pronto un fajo de hojas en la mesa esparciéndolas. Chelsea dio un brinco a su lado.
-Tenemos que seguir buscándola. Es...-bostezó-una Guardiana.
-¡No hará falta!-contestó la voz de la cocinera Ren desde la puerta del despacho del líder.
Detrás de ella aparecieron los dos fugitivos, la muy idiota tenía una sonrisa bobalicona en la cara, y el híbrido se tomaba la libertad de tener un brazo por encima de sus hombros, en un gesto tan protector que Julian no sabía si quería vomitarle encima allí mismo o darle un puñetazo.
Dáranir miró con una mezcla de preocupación y confusión a Scarlett y después miró enfadado a Kira. Al que, por supuesto, parecía importarle bien poco.
-¿Se puede saber dónde estabais?-se enfureció Chelsea.
La muchacha pelirroja borró al sonrisa de su cara y bajó la mirada, por fin, arrepentida.
-Estuvimos...estuvimos...-balbuceó.
-Celebrando su cumpleaños.-terminó Kira tranquilamente.
<<Le metería esa tranquilidad por...>>

María ya estaba riendo otra vez y se dirigía a abrazarlo, cuando Mark la paró cogiéndola por un brazo. Ella refunfuñó, pero su primo mayor tenía cierta autoridad.
-No podéis marcharos así como así...Scarlett, al menos podrías habernos avisado.-riñó Dáranir con voz una curiosa voz paternal.
-La secuestré.-dijo el híbrido de repente.
Silencio incómodo.
-¿Cómo?-susurró el líder de ojos verdes.
-Sí, la drogué con cloroformo y me la llevé a Narendil haciendo magia negra.-dijo totalmente serio.
-¡No estamos para bromas!
-No es ningu...-Scarlett le tapó la boca con una sonrisilla nerviosa.-Mhhhhggghhhh.
La chiquilla suspiró y fue uno a uno pidiendo disculpas y aclarando que se fue por propia voluntad. El último fue Julian. Lo miró con esos ojos de corderito que ponía a veces sin darse cuenta. El Elementar gruñó girando la cara. Tenía claro que no le iban a servir de nada en esa ocasión. Mientras ella se disculpaba se quedó en silencio, soltando bufidos cada cuatro o cinco palabras.
Luego, pasó a relatarles -seguramente omitiendo algunos detalles- lo que había visto en Narendil.
Vaya, la había llevado a ver unas cuántas maravillas a otro reino...mas cuando Scarlett pasó a relatar lo de los tulipanes, incluído el detalle de que los ponía en su ventana cada semana, no sabía si sentirse furioso o humillado. Tenía claro que era muy tarde para decirle a la estúpida que las flores las ponía él mismo, no el híbrido. Chelsea le había comentado un día que eran sus favoritas, y como se acercaba su cumpleaños pensó en tener un detalle...bonito. Soltó un bufido tan alto que todos se giraron a mirarlo. <<Ya lo decía el refrán: haz bien y te pagarán con palos>>

Dáranir no pudo evitar ablandarse al oír lo feliz que estaba después de todo lo que había echo por ella ese ente, así que los perdonó a ambos con una molesta rapidez. Un líder tan blando...algún día eso les traería problemas. Chelsea en cambio, seguía enfadada e ignoró a su aprendiz cuando quiso detenerla antes de que saliera airada de la habitación.
-¡Ren, hazme algo de comer, dioses!-gritó, dando sonoras zancadas.
Todos iban a comenzar a salir del despacho, pero Dáranir los detuvo.
-Tengo algo que anunciaros.-dijo, sacando una carta de su sobre. Julian llegó a ver el sello real-Dentro de seis días asistiremos al Baile Real en honor a Scarlett.
-¿¡Un baile!?-chillaron María y Scarlett a la vez. Solo que la primera emocionada y la segunda, asustada.

Julian puso los ojos en blanco ante sus reacciones. Kira le dirigió una mirada misteriosa y se marchó de la habitación. Pues claro, él no podría asistir. Un ente en palacio era algo imposible.
Dáranir rió levemente y pasó a leer la nueva.


Es un honor para nosotros, invitar a los Guardianes de la Casa Gris
al baile en honor de la Guardiana Scarlett Chevalier, que se
celebrará el día 14 de febrero pasada la puesta de sol.
Esperamos que puedan asistir y llegar sin problemas al
Palacio Real del su Alteza, el rey Tulio, gobernante de Ozirian
y de sus habitantes.
En esta magnífica celebración deseamos que la invitada de honor
goce y contemple las delicias que le ofrece el reino al que, desde el día
en que pase su examen, hasta que muera, protegerá como su deber de
Guardiana le dicta.

Con nuestros mejores deseos
La Corte, el Rey y el Consejo de Ozirian.

Las miradas de todos los presentes se centraron en la Guardiana novata, que parecía a punto de desmayarse. María corrió hacia ella sacudiéndola por los hombros con excesiva fuerza y gritando entre risas cosas incomprensibles.
-¡Ya lo verás! ¡Los bailes reales son magníficos! ¡Como un cuento de hadas! Oh, Scarlett, nos lo pasaremos en grande, será la mejor noche de tu vida.-cotorreaba la adolescente rubia-Por fin podré ponerte un vestido...¿qué color te irá mejor? ¡Oh, dioses! ¡Tengo que pedirle ayuda a Ren! Si por mí fuera te vestiría de rosa de arriba a abajo, pero con ese pelo...ugh, no, no, no...
Scarlett apartó con delicadeza a María con una sonrisa nerviosa y le puso un dedo sobre la boca.
-Pero...hay un problema.-suspiró, mirando de reojo a Dáranir- No sé bailar. Ni comportarme en frente a la realeza. Soy de la Tierra, ¿recordáis?
Pareció que todos cayeron en la cuenta en ese mismo momento. La boca de María se cerró de golpe y no dijo ni una palabra más.
Dáranir tosió para ocultar una sonrisa algo malévola y divertida.

-Lo he tenido en cuenta. Y he decidido que nuestra pequeña-dijo, cogiendo a María por el brazo y acercándola a él con ademán fraternal-será la encargada de enseñarte.
-Entonces yo me voy...-dijo Julian aliviado, dirigiéndose a la puerta, cuando Dáranir lo agarró por detrás de su chaleco esmeralda.
-Tú también ayudarás, Julian.-le informó divirtiéndose macabramente.-Estoy seguro de que estarías encantado de ayudar en sus clases de baile a Scarlett, ¿a que sí?
-No.-zanjó él.
-¿Sí? ¡Perfecto!-exclamó el líder.
-¡No!
Dáranir le dio un ligero tirón de orejas, sin llegar a hacerle daño.
-¿Quién es el líder aquí, novato?

Julian maldijo a grandes voces y salió dando un portazo. Luego, volvió a abrir la puerta y miró furioso a Scarlett y a María.

-¡A las cinco en el salón de baile! Si llegáis un minuto tarde, no estaré.
-Por supuesto.-dijo María, absolutamente ilusionada.
-Qué remedio...-suspiró la chica pelirroja.

                                                                             ***


Cuando se hubo marchado, María la secuestró, llevándola su habitación. A Scarlett siempre le había gustado esa habitación, con olor a pan recién echo, tan luminosa. Sacó cinco vestidos de su gigantesco armario y apartó uno rosa. Puso su mejor cara de concentración y empezó a ponerle enfrente del cuerpo cada uno de ellos, meditando. Eliminó rápidamente el rojo, le hacía parecer un tomate junto con su pelo. Scarlett se sintió melancólica. María se parecía en cierto modo y de una forma extraña a Larissa. Aunque Larissa era menos inocente y dulce. Y desde luego, nunca se dignaría a mancharse las manos cocinando. Soltó una risita. María la miró y sonrió, poniéndole el vestido amarillo.
-Mmm...no te queda mal, pero...no tiene...no tiene...¡ese algo! No tiene ese algo.-dijo, dando un puñetazo al aire.-Continuemos.
El siguiente era de un verde claro que le combinaba perfectamente, pero tenía un escote hasta el ombligo que Scarlett rechazó desde el principio. El último la hacía parecer una monja y también fue rechazado por ambas. María se vio obligada a sacar toda su munición -en forma de seda y terciopelo- del armario, pero o la talla no se ajustaba a su cuerpo, o el color la hacía parecer un payaso o...¡siempre había algo que fallaba! María gruñó y cogió pluma y papel, escribiendo un mensaje con letra furiosa. Al acabar, susurró satisfecha para sí misma y llevó la carta abajo, arrastrando a Scarlett detrás suya.
Escoger los zapatos fue muchísimo más fácil. Scarlett quería algo sencillo, por lo que María le dio a probar unos zapatos negros de tacón mediano con tiras también negras que lo ataban en una cruz, que le encajaban a la perfección.



                                                                            ***


Unos músicos se encontraban en el salón de baile, en una esquina, charlando entre ellos, esperando a que la alumna llegara. Scarlett y María aparecieron por la puerta y Julian se levantó de su silla.
El salón era un lugar amplio, con un espejo que cubría la pared frontal y con el resto pintadas de beige. No había muchos muebles, solo espacio para bailar. Scarlett parecía nerviosa y le temblaban ligeramente las manos, pero se las frotaba para ocultarlo.
-Hemos llegado puntuales.-señaló María con orgullo.
Julian puso los ojos en blanco asintiendo. Colocó otra silla a su lado, para Scarlett, que se sentó en silencio, mas queriendo decir muchas cosas.
-Bien.-comenzó-En palacio, tendrás que abrir el baile con un vals.
-¿¡Yo!?
-¿A quién crees que le hablo?-cortó Julian-Sí, tú. Y antes de que te pongas de pie y empieces a hacer tonterías con los pies, tienes que aprender el ritmo oyendo.

Scarlett lo miró frunciendo el ceño.

-No sé a qué te refieres.
-El vals tiene un tiempo fuerte y dos débiles. Repite conmigo.-ordenó-Un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres.
-Un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres.-repitió ella.
Julian negó con la cabeza. Por ahora se sentía paciente.
-Haces todos los tiempos iguales. Si no sabes oír el ritmo, no lo tendrás a la hora de bailar. Repite de nuevo.
-Un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres.
-Mucho mejor.-aceptó él, asintiendo.

Julian se levantó, indicando a Scarlett que hiciera lo mismo.
-Tranquila, aún no vamos a bailar. Solo la postura. Ponte delante de mí.-le indicó-Relaja el cuerpo y pon los brazos a los costados, relajados también.-le echó un vistazo y la vio tensa-Scarlett, he dicho relajada, no como una estatua. ¡Cálmate, estás tiesa!
-Estoy nerviosa.-dijo ella, respirando para relajarse.
-Dime algo que no sepa.
-¿Ahora mejor?
-Mmmm...un poco. Pero ponte más erguida. Bien, bien. Junta un poco más los pies y apóyalos en el suelo con seguridad, siendo tú, lo más probable es que te caigas.

Scarlett puso los ojos en blanco, sin embargo, le hizo caso.
-Ahora la postura anterior a comenzar el baile.-Julian envolvió con su brazo derecho el torso de Scarlett-Tú debes corresponder colocando tu mano en mi hombro. ¡Esa no, la otra! Vale.
El Elementar alzó su mano izquierda, pidiéndole que la cogiera. Scarlett posó su mano sobre la de él.
-Mírame a los ojos, como estoy haciendo yo.
-Entendido.-Scarlett lo miró, algo roja por los nervios.
-Vamos a hacer los primeros pasos, son sencillos. Tú debes empezar con la pierna derecha. ¿Lo recordarás?

La chica asintió.
-Primero a la derecha, luego al medio y luego pisas en el sitio. Derecha, medio, levantas el pie y das una ligero golpe. ¿Bien?
-Lo intentaré.-dijo, no del todo segura.
La música sonó ligera, flotando por la sala.
-Un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres, un, dos, tres.-decía Julian al tiempo que se movían.

El primer pisotón fue un segundo después. El chico gruñó por lo bajo, pero continuaron moviéndose y contando el ritmo. Después, otro pisotón.

-Scarlett-dijo el muchacho, arqueando una ceja-cuando estás en el tercer paso, debes pisar el suelo, no mis pies.
-Lo siento.-contestó ella bajando la cabeza.
-¡Lo está haciendo muy bien!-gritó María echándole la lengua a Julian.
-No.-dijo Scarlett, decidida-Lo estoy haciendo mal, por eso debo aprender.
Julian asintió y repitieron el paso mil veces hasta que le salió.
-Ahora viene algo un poco más complicado. Los giros. Son los pasos sencillos que hicimos antes, pero girando un cuarto hacia la derecha.

Para sorpresa de los dos, Scarlett lo hizo bastante bien, aunque los pies de Julian no de libraron de varios pisotones.
-Los giros los controlas medianamente...pero tienes pies de plomo. El vals es coordinación y elegancia. Y yo te mire como te mire no veo en ti ni un atisbo.-escupió las palabras de golpe y Scarlett bufó un poco enfadada, quizá consigo misma.-Ahora vamos a ir haciendo pequeños círculos cambiando de frente, e intenta no mirarte los zapatos y mirarme a mí.
Esa última frase creó un ligero rubor en las mejillas de Julian, que intentó que pasara inadvertido.

Los círculos fueron un desastre. Los pies de muchacho quedaron machacados, ella tropezó incontables veces y casi llega a caerse, si no la hubiera cogido a tiempo.
Julian estaba enfadado e impaciente y Scarlett tensa y avergonzada.
-¡Nunca he visto a alguien tan torpe!-vociferó él, soltándola.
-Tengo que practicar más y...
-¡Já! ¡Practicar! ¡Tengo ampollas en las ampollas gracias a ti! El Rey debería temerte, puede que destruyas tú solita su palacio.
Scarlett enrojeció, un poco por la vergüenza y otro por el enfado.
-¡Nunca lo hice antes! ¡Es normal que me cueste! ¡Lo que pasa es que eres un profesor muy impaciente!-le contestó, sentándose enfurruñada en la silla.
-Coordinación y elegancia...¡Bah! ¡Imposible contigo! ¡Los dioses libren a quién sea tu pareja!
María saltó de pronto de su asiento, chasqueando los dedos.

-¡Ya sé lo que está fallando!-echó un vistazo crítico a Scarlett- ¡Ahora venimos!

Y dicho esto se la llevó corriendo arriba.
Cinco minutos más tarde apareció con un vestido negro con un ligero vuelo y unos zapatos planos oscuros de baile de salón. Le había recogido el pelo en una trenza que le caía por la espalda. Julian carraspeó sonrojándose y apartó la mirada en cuanto la vio.

-María dice que así será mucho más fácil bailar...-dijo Scarlett en apenas un susurro.

Julian iba a balbucear algo cuando la puerta chirrió de nuevo y entró Chelsea con la gata Nyara enroscada en su cuello y seguida de...el híbrido. Le lanzó una indecorosa mirada a Scarlett, pero se apoyó en una pared, mirándolos.

-¿Qué haces aquí?-preguntó Julian, ignorando al otro.
-Eso, Chels, a ti no te gustan los bailes.-suspiró María.

Chelsea se apretó el cinturón en el que colgaba la funda que contenía su espada y lo miró con desinterés.

-Dáranir me envía a vigilarte y a decirte que no puedes escapar. Tienes que enseñarle quieras o no.
-Fantástico.-contestó con toda la ironía que pudo.-Sigamos con el vals, Scarlett.
-Ah, y otra cosa.-le dijo Chelsea, con una sonrisa engimática.-Tú serás su pareja en el Baile Real.
-¿¡Qué!?-exclamaron a la vez Scarlett, Julian y Kira.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Capítulo 22: La verdadera identidad del monstruo

-¿Qué pasa?

Kira había llegado con una camisa roja y azul marina a cuadros de Scarlett y unos pantalones de lana negros. La miraba conteniendo la risa. La chica estaba señalando el agua con la boca entreabierta y los ojos saliendo de sus órbitas.

-Se llama agua.
-Ya sé que es el agua. - bufó Scarlett, saliendo de su sorpresa - ¡Apareció un caballo!

Él se puso de rodillas lanzándole la ropa convertida en una bola y tocó el agua con la punta de los dedos. De pronto el agua volvió a convertirse en un pequeño remolino y a convulsionar. Un cangrejo enorme creado por el líquido apareció y segundos después chocó contra las piernas de Kira, convirtiéndose de nuevo en un charco que el mar alejó de la orilla. El híbrido se levantó sonriendo.

    -Creo haberte mencionado ya que estamos en la Playa de las Formas. - antes de que Scarlett tuviera tiempo a cambiarse o a pronunciar alguna palabra en contra, este se acercó a ella y la estrujó contra su pecho, pronunciando unas rápidas palabras en un idioma desconocido.- ¡Siguiente parada!
    Un humo negro los envolvió girando a su alrededor.
    -¿A dónde vamos?- dijo Scarlett, agarrándose como pudo al cuerpo del chico, ya que si no caería al vacío. - ¿Estás loco, verdad?

A pesar de eso, no podía negar que lo estaba pasando bien. Aguantó una risotada para no darle la satisfacción a Kira, pero no pudo contener una sonrisa de asombro.

-Ya lo verás, señorita impaciente. -arqueó una ceja, mirándola directamente a los ojos- Mmmm...

Scarlett alejó un poco su cara de la de él.

-¿Qué ocurre?
-Pelirroja...
-¿Sí?-preguntó Scarlett impacientándose un poco.
-Estás tremendamente sexy con mi camiseta.

La chica se sonrojó hasta la raíz del pelo y no supo que contestar a eso hasta que sus pies notaron el firme suelo. Estaban en lo alto de la pradera más grande que Scarlett había visto jamás, aunque cuesta abajo, donde el terreno estaba liso se veía un paisaje blanco.

-¿Es nieve?-inquirió la muchacha, con una gran curiosidad.
-No exactamente.-sonrió Kira, enigmático.

Cogió una piedra pequeña del suelo y la lanzó con bastante fuerza hacia abajo. Las cosas blancas emprendieron el vuelo a la vez, resultando ser miles de palomas de plumaje albino. Scarlett dio un paso atrás llevándose las manos a la cara y con una incotenible sonrisa de oreja a oreja. Las aves convirtieron el cielo azul claro en algodón flotante, hasta que desaparecieron.

-Mira abajo.-susurró el híbrido.

Y Scarlett miró abajo. Era aún mucho más hermoso que antes. La pradera se había llenado de flores de todos los colores, sobretodo tulipanes. Su flor favorita. Giró a toda velocidad la cara hacia él, más sorprendida, si era posible.

-¿Eras tú?

Kira se carcajeó, con una mirada confusa.

-No sé. ¿Era yo?
-Tú ponías los tulipanes en mi ventana...-dijo Scarlett en voz baja, como si fuera un secreto que nadie debiera escuchar- pensé que era Chelsea.
-No, pelirroja.-respondió el híbrido, riendo.- No sé de que hablas.
-Eras tú.-aseguró Scarlett con una sonrisa.
-Si quieres pensar eso...¡es tu cumpleaños, hoy se te permite todo!-Kira la miró con una expresión pícara que a la chica no le gustó nada. En cinco segundos la había cogido por la cintura y junto con él, habían caído rodando colina abajo, hacia las flores. Scarlett dio un pequeño grito, seguido de una carcajada.-Qué mareo...

La chica de cabellos color escarlata bufó al chocar contra el cuerpo de Kira al parar de rodar y extendió los brazos. Tocara por donde tocara, era suave y olía bien. Hierba y flores. Alzó la mirada hasta que esta se cruzó con los ojos azules del chico.

-Gracias.-le dijo-ha sido el mejor cumpleaños de mi vida.
-Hablas como si hubiera acabado.
-¿No ha acabado?
-Casi, pero no.-le revolvió el pelo haciendo que Scarlett frunciera el ceño y fuera a por él, tropezando a medio camino y cayendo estrepitosamente en el suelo. Kira bufó.-Siempre tan torpe, pelirroja.

Scarlett refunfuñó avergonzada y saltó sobre la espalda de él, con intención de tirarlo, pero Kira la agarró por las piernas, haciendo que se subiera a su dorso e impidiendo que se bajara. Ella tiró de él hacia los lados gruñendo, inútilmente. Al final, queriendo o sin querer, Kira tropezó con una piedra y cayeron ambos al suelo, rodando de nuevo entre las flores, acabando Scarlett tumbada encima del muchacho. Sin perder tiempo, se apartó aún lado, sin embargo, la agarró con suavidad por las axilas, como una niña y la colocó entre sus piernas.

-Qué tonta eres.-le dijo, riendo en su oído con tono socarrón.
-¿No estás cansado?-murmuró en un intento por cambiar de tema y de situación.-Yo sí...

Kira asintió y sacó un pañuelo de su chaqueta.

-Si quieres, me queda cloroformo.

Scarlett se apartó de golpe y se puso de pie.

-¡No!
-Tranquila, fierecilla.-rió-Dentro de poco atardecerá. Tenemos que ir marchándonos, antes de que anochezca del todo. Pero antes...-sacó una pequeña navaja de un bolsillo interior de su chaleco de cuero marrón, cortó dos tulipanes rojos y se los dio con una sonrisilla de lado, seductora en todos los aspectos.-un caballero debe cortejar a su dama.

Conseguido. Scarlett volvía a ser un tomate ambulante. Aceptó las flores e intentó pronunciar un débil y tímido <<gracias>>

-¿Sabes dónde estamos?-preguntó Kira, levantándose.
-La verdad es que no.
-La segunda Maravilla. El Prado Marchito.-asintió- Ninguna flor que cortes aquí se pudrirá, y al instante saldrá una nueva que la reemplace.

Scarlett echó un viztazo al lugar donde debían estar los tallos cortados, mas ya se encontraban dos nuevas flores rojas.

-Increíble.
-Por cierto, ¿te asustan las luciérnagas?

Ella rió ante tal pregunta con una ceja alzada en modo inquisitivo.

-Claro que no. ¿Por qué?
-Genial. Porque no me gustaría que las asustaras.-contestó, cogiéndola repentinamente por ambas piernas y cargándola a su espalda, cabeza abajo.

Scarlett jadeó sorprendida y levantó la cabeza, medio mareada.

-¿A dónde me llevas? Y sabes...-bufó-sé andar.

Kira le pasó un dedo acariciándola detrás de la rodilla y a Scarlett se le escapó una risotada.

-¡No me hagas cosquillas!

El chico alzó ambas cejas con asombro y continuó andando hacia el oeste.

-Era más bien una fallida caricia erótica.
-Kira.
-¿Sí?
-Eres un playboy.
-¿Qué es un playboy?
-Da igual.

Cuando la pradera se acabó, Scarlett pudo ver la entrada de un bosque bastante espeso. Empezaba a oscurecer y la camiseta no era suficiente abrigo. Se le puso la piel de gallina. Kira lo notó.

-Pronto se te pasará el frío, tranquila.-dijo con una voz sorprendentemente cálida.
-Cuando lo dices tú suena mal.

Eso provocó una carcajada en él.

-Pelirroja traviesa.
-¡Travieso tú!-gruñó Scarlett.
-Cierto.-admitió con una excesiva suficiencia.

Caminaron largo rato por el bosque, esquivando raíces de los árboles y los pequeños animalillos que correteaban entre la maleza. Más de una vez un fuego fatuo les pasó delante de sus narices, iluminando el camino. Al cuarto de hora, Scarlett empezó a preguntarse cómo era capaz de no caer tropezando con algo, porque ya no se veía bien el camino. Llegaron a un árbol, el árbol con el tronco más grueso que la muchacha había visto hasta el momento, y más grande que los de su alrededor. Al fin, Kira la bajó. Sin dirigirle ni una palabra se puso a trepar por la madera hasta que lo perdió de vista. Unos minutos después le llegó un grito.

-¡Puedes subir!

Scarlett suspiró desesperada. Desde luego, el árbol no era cosa de bromas, tenía una altura muy considerable y a ella precisamente, esto no le hacía ninguna gracia. Bueno, se había tirado de un precipicio horas antes, ¿qué podía pasar? <<Ah, sí, romperme la cabeza...nada grave.>> pensó intentando que las manos le dejaran de temblar.
Colocó el pie derecho en un hueco hundido y se empujó a sí misma hacia arriba, cogiendo una rama. Poco a poco, fue subiendo. Cuando llegó a la mitad se paró. Sentía unas tremendas ganas de mirar hacia abajo, pero sabía que no debía hacerlo o entraría en pánico.
<<¡Cálmate!>> se ordenó.
Siguió trepando, lenta pero segura. Las hojas eran muchísimas, más de lo normal, aunque pequeñas. De pronto apareció entre ellas la mano del muchacho, que la aupó con fuerza. Scarlett soltó una exalación por la velocidad y se puso el brazo delante de la cara para que las hojas no la golpearan.

-¡Abre los ojos!

Los abrió. Y lo primero que vio fue una figurita luminosa sentada en la punta de su nariz. La pequeña criatura tenía figura humana, menos por el extraño brillo y las cuatro alitas azuladas. Se bajó de su nariz con una elegancia propia de un cuerpo tan pequeño y soltó una risita encantadora.

-Son hadas.-susurró Kira en voz baja.
-¿Son?

Porque había muchas más a su alrededor. Diminutos seres que reían y revoloteaban por todo el cielo, como estrellas. Ya era noche cerrada y lo único que pudo aportar Scarlett al momento fue un estornudo. Kira rió compasivo y le puso una manta de lana por encima de los hombros. Ella lo agradeció con una mirada, pues no podía articular palabra. La Luna Roja y la Luna Azul estaban juntas en el cielo, asombrándola como el primer día.
Estaban de pie en al copa del árbol; las hojas eran tantísimas que podían sostenerlos sin problemas. La chica se sentó con cuidado, observando a las hadas.
Kira se sentó a su lado, escondiendo una sonrisa de satisfacción.

-Solo una cosa más...aunque sea egoísta pedirtelo.-dijo Scarlett.
-¿Qué?-la miró.
-Quiero que confíes en mí. Todo esto no hacía falta.-le devolvió la mirada, con unos enérgicos ojos verdes-Pero gracias. Es...todo es...tan sorprendente.

El híbrido asintió y sin  más, puso un brazo por encima de los hombros de la chica. Ella se estremeció ante el contacto, mas no se apartó.

-¿Qué más?

Scarlett cogió aire y habló con voz clara. Estaba nerviosa.

-Dime cuál es tu otra mitad.

Notó como Kira le quitaba el brazo y se ponía rígido. La mandíbula se le tensó al tiempo que borraba la sonrisa de su rostro. Ahora parecía enfadado.

-He hecho todo esto para que me perdones. No me gusta arrastrarme por nadie, así que deberías darte por más que satisfecha.-hablaba sin mirarla, fríamente y...¿nervioso?-Pídeme cualquier cosa, menos eso.
-¿Qué puede tener de malo? Mi mejor amiga es una ninfa, y la quiero como si fuéramos hermanas.
-No lo entiendes. Es distinto.-giró la cara, frunciendo el ceño- Mira, Scarlett, yo no soy un príncipe, ¿vale? No soy un santo, ni mucho menos. Ahora estoy como un humano, como tu igual, pero mi verdadera apariencia te asustaría. Sí, y gritarías. Te darías cuenta de que el Elementar estúpido tiene razón cuando dice que soy un monstruo. Y no quiero eso.

Scarlett seguía empeñada, cruzándose de brazos. No quería atender a razones.

-Lo sabía, no confías en mí.

Kira resopló llevándose las manos al pelo y tirando levemente de él. Estaba frustrado y no sabía qué hacer para que ella parara de preguntar.

-Crees que eres valiente. Pero recuerdo el día en que me miraste y gritaste, llorando...porque te di miedo. Y estaba en mi forma humana. Imagínate si me vieras del otro modo...
-¡Había tenido...una pesadilla!

El híbrido frunció aún más el ceño, realmente enojado.

-Sé quién te la provocó, Scarlett. Sé que sueñas con Norian. ¿Y sabes cómo lo sé?

El tema había cambiado de repente. La chica agachó la cabeza al recordarlo, aunque quería saber más.

-No...
-Mejor.
-¡Kira, confía en mí, por favor! Ya sé lo que sucede.-dijo Scarlett, posando su mano en el brazo de este. Él la miró- Eres tú el que tiene miedo, no yo. Tú eres el asustado. Pero soy fuerte, más de lo que piensas. ¿Dices qué no eres un príncipe? ¿Y qué? Yo tampoco soy una princesa.

Kira titubeó, asomando a sus labios una sonrisa cansada.

-Es lo único que quiero como regalo de cumpleaños; que confíes en mí.
-Scarlett...
-¿Sí?
-Ahora no puedes arrepentirte.-la voz de Kira estaba llena de dolor. Sabía que iba a perderla para siempre en ese mismo instante, sin embargo, no le quedaba otra opción. Un hada voló hasta su rodilla y se posó allí, quedándose dormida-Norian y yo...somos iguales.

Scarlett se quedó en el sitio, atónita.

-Tú...-paró en seco-no te creo.
-Típico. Pues mejor para mí, así no tengo que dar más explicaciones.
-¿Eres un demonio?-preguntó, rozándole el brazo para que la mirara.

Kira gruñó sacudiéndose de ella.

-Ya te lo he dicho. Soy de la misma especie que el asesino de tu familia.-hablaba con los dientes apretados-Corre, escapa antes de que te haga daño.

Cada vez se estaba poniendo más y más nervioso. Sintió como las uñas empezaban a crecerle y en la boca, notó el dolor que significaba que los colmillos empezaban a salir. <<¡No, ahora no!>> pensó desesperado. Le dio la espalda, pero hasta su espalda estaba creciendo. Scarlett se echó hacia atrás, sorprendida.

-¿Kira...?-susurró en una pregunta la chica.
-¡No me mires!-rogó Kira, con una voz más grave, cerrando los ojos, ahora negros.

Se había transformado por completo; la gigantesca inquietud lo invadía. Ahora lo vería, se asustaría más de lo que ya debía estar, gritaría y saldría corriendo. No sería la primera ni la última vez que pasaba. Ya había crecido en estatura, su piel se había escurecido y a duras penas retenía las alas.
Notó como Scarlett se movía a su alrededor y asombrosamente, su mano se posó en la zarpa del monstruo. No se sentía capaz de mirarla.

-Vete...-volvió a rogar, en un gruñido.

Scarlett apartó a la fuerza las zarpas del híbrido de su nueva cara y cogió aire. Si tenía miedo, no dejaba que se notase. No apartó la mirada.

-Soy un monstruo...-rugió Kira, intentando apartarla.
-No. Eres idiota.-susurró Scarlett, acercando su cara a la de él. Kira se echó a un lado, por algún motivo asustado, pero Scarlett le puso ambas manos en sus mejillas y no pudo evitar calmarse. La chica besó la frente del monstruo despacio y sin miedo. Al primer leve roce, se apartó con lentitud-Y Scarlett Chevalier no tiene miedo de ningún idiota.

Volvió a transformarse, sin querer de nuevo. La pelirroja sonrió al volver a encontrarse con el cabello azabache revuelto y los grandes y misteriosos ojos azules. En un impulso, lo abrazó con todas sus fuerzas. Kira no se movió. Cuando sintió que debía soltarlo, se apartó de él. El híbrido miró hacia la manta que se había caído de los hombros de Scarlett. La cogió y se la puso a sí mismo por la espalda, dejando un hueco suficiente para ella. Scarlett fue a acurrucarse contra el pecho de él y este los cubrió a ambos.

-¿Y sabes qué otra cosa sé?

Kira rió levemente.

-Mmmm, qué lista eres.
-Sí... y sé que tú no tienes la culpa de lo que le pasó a mi familia y que no te pareces en nada a Norian.-le susurró contra su mejilla, antes de quedarse dormida profundamente.-Buenas...no...ches...

Kira suspiró, no sabía cómo debería sentirse en ese momento. Confuso, eso seguro.

-Me parezco más de lo que crees, pelirroja...-se acomodó, alejando los pensamientos y recuerdos de su mente-...más de lo que crees...