Nota de la autora ~> ¡Hola lectores/as! Tengo una mala noticia. Me voy de campamento del día 2 al 13 de agosto y no podré publicar nuevos capítulos. ¡Pero os prometo que el día 14 tendréis el cap 17! ¡Preparaos para conocer nuevos personajes! Sobre todo cierta chica nueva...hmm...Os dejo con la continuación del cap 16.
¡Disfrutad!
Colina abajo la chica hacía esfuerzos por no darse cuenta de la velocidad a la que bajaban y lo enorme que era el coloso. Apretó con los dedos sus vestimentas para no caerse y con la otra mano le clavó la flecha en la espalda con todas sus fuerzas. Al principio se resistía a llegar hasta los tejidos, pero finalmente el veneno le llegó a la sangre. Scarlett sonrió eufórica al notarlo. Sin embargo, al gigante no le hizo ninguna gracia, porque comenzó a retorcerse mientras corría como un descosido cuesta abajo y ella tuvo que agarrarse con más fuerza para no caer. Por suerte el veneno hizo efecto, ya que se tranquilizó repentinamente, tambaleándose y dando tumbos tal cual un borracho. Había llegado a la llanura donde estaba situado el pueblo; ahora al menos ya no corrían montaña para abajo. Mas cuando el coloso cayó con la rapidez de la gravedad hacia el suelo, con ella colgando, cambió de opinión. ¡Iba a aplastarla! Vio a Kira bajando a toda prisa y a Julian convertido de nuevo en halcón para ayudarla. Había logrado superar su miedo por unos instantes y escalar la montaña, no podía dejarse vencer ahora. Antes fue un poco brusca con Kira, ¡pero tenía que desmotrárselo! ¡tenía que demostrar que podía cuidarse sola! A los dos, a ella misma, a Chelsea...su adiestradora se había convertido en alguien muy importante, alguien que debía estar orgullosa de ella. De alguna forma, Scarlett la veía como una hermana mayor, seria y fuerte, siempre dispuesta a echarle una mano, aunque ella misma la hubiera tirado. Recordó sus lecciones, cuando le vendaba los ojos. Los cerró y siguió recordando.
¡Disfrutad!
Colina abajo la chica hacía esfuerzos por no darse cuenta de la velocidad a la que bajaban y lo enorme que era el coloso. Apretó con los dedos sus vestimentas para no caerse y con la otra mano le clavó la flecha en la espalda con todas sus fuerzas. Al principio se resistía a llegar hasta los tejidos, pero finalmente el veneno le llegó a la sangre. Scarlett sonrió eufórica al notarlo. Sin embargo, al gigante no le hizo ninguna gracia, porque comenzó a retorcerse mientras corría como un descosido cuesta abajo y ella tuvo que agarrarse con más fuerza para no caer. Por suerte el veneno hizo efecto, ya que se tranquilizó repentinamente, tambaleándose y dando tumbos tal cual un borracho. Había llegado a la llanura donde estaba situado el pueblo; ahora al menos ya no corrían montaña para abajo. Mas cuando el coloso cayó con la rapidez de la gravedad hacia el suelo, con ella colgando, cambió de opinión. ¡Iba a aplastarla! Vio a Kira bajando a toda prisa y a Julian convertido de nuevo en halcón para ayudarla. Había logrado superar su miedo por unos instantes y escalar la montaña, no podía dejarse vencer ahora. Antes fue un poco brusca con Kira, ¡pero tenía que desmotrárselo! ¡tenía que demostrar que podía cuidarse sola! A los dos, a ella misma, a Chelsea...su adiestradora se había convertido en alguien muy importante, alguien que debía estar orgullosa de ella. De alguna forma, Scarlett la veía como una hermana mayor, seria y fuerte, siempre dispuesta a echarle una mano, aunque ella misma la hubiera tirado. Recordó sus lecciones, cuando le vendaba los ojos. Los cerró y siguió recordando.
“Ligera como una pluma”
Sintiéndose liviana bajó hasta la cintura del ente, deslizándose por la tela.
“Te mueves, pero nunca te rompes, como un junco”
A pesar del continuo vaivén, consiguió sacar un puñal de su cinturón y cortar un trozo de las prendas que lo cubrían, creando una cuerda que llegaba hasta el suelo.
“Saltas y caes con equilibrio, como un gato”
Justo antes de que se estampara con una sonora caída contra el suelo, Scarlett se escurrió por la tela con destreza hasta estar suspendida a menos altura del suelo. Saltó lo más lejos que pudo, salvándose del gran golpe. Rodó por la tierra y perdió velocidad. Miró hacia los lados con precaución. Delante de ella estaban Julian y Kira, este último con la boca abierta. El Elementar se la cerró de golpe, con una sonrisilla.
- Te entrarán moscas, híbrido.
- Mientras no entres tú estoy a salvo de la contaminación.
Scarlett se levantó sacudiéndose el polvo de la ropa negra, el equipo de los Guardianes que le habían entregado para su primera misión y que la había salvado de unos buenos golpes.
Les sonrió orgullosa a ambos.
- ¿Qué tal lo he hecho?
- Has tardado mucho, te falta práctica. No tendrías que haberte subido a él, eso demuestra algo de insensatez. - replicó Julian. - Al menos sigues viva, yo ya empezaba a dudar que lo consiguieras.
Su sonrisa se borró tan rápido como había salido. Kira la miró levantando una ceja, esperando que replicara y se llevó otra sorpresa.
- La próxima vez lo haré mejor. - contestó, marchándose en busca de los caballos.
Kira fue tras ella, asegurándose de darle un codazo a Julian cuando pasó a su lado.
- Por gente como tú quiere hacerlo todo sola.- le dijo simplemente.
***
En la cocina de la Casa Gris Ren estaba recogiendo la mesa después de la comida. Ignoraba a María que la perseguía como un pollito a su madre y le imploraba qué hiciera otra tarta de fresas. Sentado en la mesa Mark las observaba a ambas con un infinito cariño en los ojos, que cambió por una expresión irritada al volver a escuchar los sonidos que llegaban del piso de arriba, donde se encontraban Dáranir y Chelsea “haciendo las cuentas del mes”. Puso los ojos en blanco. Todos sabían su secreto, a excepción de su inocente prima. Se oyó un pequeño gritito, seguido de una risa y María dejó de prestar atención a Ren, para dentenerse a escuchar.
- ¡¿Esa era Chelsea?! - preguntó, abriendo mucho los ojos.
Mark, asustado, se rió con nerviosismo. A ver si esos dos bajaban el volumen, por todos los dioses...
Oh, no. Se le veía muy sorprendida, seguramente ya se habría dado cuenta de que ella y Dáranir estaban saliendo juntos y...
- ¡¿Chelsea puede reírse?! - preguntó de nuevo.
Su primo arqueó las cejas y comenzó a reírse solo, aunque después su tía le acompañó.
María se puso de morros y dejó el tema.
- En realidad, lo que más me preocupa ahora mismo es Kira.
Ren se quitó el delantal sin mirar a su sobrina y habló.
- ¿Te preocupa que pueda pasarle algo?
- No, pero...¡tiene que soportar él solito a Julian! Eso ya es demasiada tortura...-contestó, fingiendo horror ante esa situación. Miró de reojo a Mark; que la observaba serio y algo molesto.
- Rezo todas las noches para que os llevéis bien algún día.
- ¡Rezas en vano! - contestó.
- Lo sé, lo sé. Parece que le has cogido mucho cariño a ese chico. No deberías olvidar que es un ente. Híbrido, aún encima.
Esta vez fue María quien lo miró con seriedad. Mark se echó hacia atrás, ella no solía estar seria.
- Por encima de eso, es mi amigo.
***
Larissa se desmontó cogiendo con delicadeza la mano del caballero. Lo había conocido hacía a penas dos horas y ya estaba babeando por ella. Se quitó un mechón de pelo de la cara y con un ademán seductor se lo puso detrás de la oreja. El hombre tragó saliva. Debía tener entre veintimuchos o treinta y pocos. Ojos que la miraban desbocados de arriba a abajo, desagradables, pensó ella y barba castaña oscura.
- Recuerda tu promesa. Te llevaría a la Casa Gris y tú...-balbuceó el hombre.
- Y yo te haría ver el cielo con mis propias manos.-completó Larissa con una mirada pícara acercándose a él.
Los hombres siempre actuaban sin pensar y por impulsos.
- Quítate la armadura. - le susurró al oído mordiéndole ligeramente la oreja.
Le hizo caso al instante, justo como ella esperaba. La ninfa lo derribó tirándose encima de él en el suelo y empezó a acariciarle los brazos. El soldado se trabó al intentar decirle algo y ella le puso un dedo en los labios, al tiempo que con la otra mano bajaba por su pecho hasta su cintura, acariciándole. Cuando lo tuvo pendiente de sus ojos sin fijarse en otros detalles cogió el cuchillo que guardaba el soldado entre su ropa y sin previo aviso se lo clavó en el corazón. La sangre saltó ensuciando la piel de Larissa y esta sonrió, como una niña que acababa de hacer una travesura.
Se levantó y miró colina abajo. Una gran casa de piedras grises y negras. Había llegado hasta Scarlett.
- Te dije que verías el cielo con mis propias manos y lo cumplí. - le informó al cadáver, limpiando el cuchillo en la hierba.
Hombres. Da igual la edad o la procedencia que tengan, eran todos iguales. Les das un beso y ya piensan que les perteneces y que pueden utilizarte, sin darse cuenta de que eres tú quien los utiliza a ellos.
Bajó la colina rápida, con la esperanza de encontrar pronto a Scarlett y volver a la Tierra de una vez por todas. Sin embargo, se llevó una inesperada y desagradable sorpresa. Chocó contra la barrera pretectora.
- ¡No! Arg, malditos Guardianes y malditas barreras y maldita Scarlett por escaparse y venir hasta aquí. Bueno – pensó – en algún momento tiene que salir.
Y se sentó tras un árbol a la espera de su amiga.
***
Cuando se iban a marchar del pueblo los habitantes de este salieron del bosque a despedirlos y agradecerles su trabajo. Al parecer estuvieron escondidos todo el tiempo, por miedo al gigante. Scarlett se sintió reconfortada por dentro al haberles ayudado y se tomó genial las alabanzas.
Partieron montados en sus caballos, hacia la Casa Gris de nuevo.
Ya había pasado el mediodía y llegado la tarde cuando llegaron al claro donde habían acampado la noche anterior. Media hora después, decidieron continuar, pero cuando la tarde estaba terminando y ya se veía el crepúsculo, Scarlett les pidió que pararan de nuevo. Julian la miró exasperado.
- ¿Ya estás cansada?
Ella frunció el ceño y acarició a Phuria.
- Sí, y no soy la única. Mira a tu caballo. Ellos también necesitan reposo y beber, puedo oír un arroyo cerca de aquí.
Los caballos relincharon como respuesta.
- Si nos quedamos debemos pasar la noche aquí y acampar, no podemos viajar en la oscuridad. - dijo Kira, mirando hacia las copas de los árboles con cierta preocupación.
Scarlett asintió de acuerdo con él y Julian se dio por vencido, poniéndose manos a la obra para preparar las tiendas. Un rato después se marchó para buscar leña.
Kira se acercó a Scarlett y le dijo que tenía que hablar con ella.
Él sonrió y se quitó el pelo de los ojos con un gesto de suficiencia.
- Te fijas mucho en mí.
- Los tontos no pasan desapercibidos. - contestó ella, sonriendo.
- Bah, algún día admitirás que te gusto. - le dijo con total naturalidad.
Scarlett negó con la cabeza intentando no sonrojarse y casi lo consigue, pero a Kira no le pasó desapercibido ese ligero rubor en sus mejillas.
- Pelirroja, pareces muy orgullosa de haber matado a aquel gigante.-dejó caer.
La chica suspiró, sabiendo a donde quería llegar.
- Crees que me da igual porque es un ente y que no lo considero digno de mi preocupación, piensas que su vida no me importaba. Te equivocas.
El híbrido alzó ambas cejas, esta vez era él quien intentaba que no se notara su asombro al haber adivinado lo que pensaba decirle. Scarlett entrelazó sus manos, jugando con sus propios dedos, algo nerviosa.
- Yo...vi a unos niños antes de que subiéramos la montaña. Oyeron el rugido y temblaron de miedo, Kira. Estaban totalmente asustados. No acabé con el gigante solo porque era mi misión. Lo hice por todos ellos, entes y humanos, por ambos. Tú ves a los Guardianes como una especie de ley injusta, que mata a cualquiera que su rey se lo pida. - lo miró a los ojos – Mírame. ¿Soy una asesina sin piedad?
La miró. Y vio a una chica con los ojos más dulces de todos los mundos, verdes y calmados, como un campo. El tipo de chica que solo mataría por amor. Todo lo contrario a él. Sonrió algo contrariado. El tipo de chica que se asustaría al ver su verdadera forma.
- No sé que eres, pelirroja, es un misterio para mí. - contestó, levantándose y acariciándole la cabeza en un gesto cariñoso que no parecía para nada típico de él.
- ¡Kira! - le llamó ella cuando le dio la espalda.
Se giró a mirarla.
- A ti también te defenderé de los gigantes. - le dijo con una sonrisa amable.
Él le devolvió una sonrisa divertida y siguió su camino adentrándose en la oscuridad de la noche.