AVISO: Están renovados hasta el capítulo 9. El resto de capítulos están como antes. Iré avisando según renueve más capítulos.

lunes, 13 de julio de 2015

Relato para #UnaImagenMilPalabras

¡Hola! Sé que no es muy correcto que publique aquí un relato que no tiene que ver con la trilogía, pero mis dos blogs son de Crónicas del Submundo, y necesitaba un blog para participar en esto, así que lo siento u_u 
En un futuro quizá cree otro blog dedicado a relatos, historias nuevas, etc. Todo en el mismo. 

#UnaImagenMilPalabras es un proyecto creado por Reivindicando Blogger que se basa en elegir una foto, de las que se dan a escoger, adjuntarle una canción y escribir algo. No se dan pautas de extensión o de forma, así que yo escribí un relato y la verdad no he contado las palabras. 
La temática no es fantástica. Woooooo, cosa rara en mí. Supongo que la temática es...¿romance? Sí, parece lo más apropiado. Bueno, juzgad (si alguien lo lee ewe) vosotros/as mismos/as. 

La lista de participantes la encontraréis aquí: http://reivindicando-blogger.blogspot.com.es/p/participantes_19.html


***


Seis Noches



Varion cruzó la calle, llena de mercaderes, compradores y prostitutas, esquivando a cada uno de ellos sin apenas mirarlos, sus ojos fijos en la persona a la que perseguía.

Sin la capucha puesta y con la espada enfundada y escondida, nadie se percataba de su presencia. Hacían mal: una guadaña no necesitaba la indumentaria ni el arma para ser letal. Pero al fin y al cabo, ese era el objetivo de cualquier guadaña que se preciase; no ser visto, oído u olido por nadie. Y mucho menos por la víctima. 

La de aquel día concreto paseaba del brazo con un conocido noble de la región. No podía haber llamado más la atención ni aún esforzándose. La víctima se apartó el pelo, oscuro como el carbón, y a Varion le llegó la esencia de melocotones. Se estaba acercando demasiado. Disminuyó el ritmo.

—La ceremonia será la próxima semana—dijo el noble, hablando más para la comitiva que los acompañaba que para su pareja.


La víctima se mantuvo en silencio, haciendo una leve afirmación con la cabeza que pasó inadvertida. Giró la cara hacia su prometido y Varion le vio el rostro por primera vez. 

Su belleza le resultó indiferente. Había cruzado caminos con cientos de chicas hermosas, para matarlas, en algunos casos, para matar por ellas, en otros. También le habría sido indistinto encontrar un rostro feliz, o incluso sumido en la tristeza. Pero aquella mujer tenía una expresión muy distinta. Su mirada destilaba furia contenida y repulsión. Parecía que se estaba controlando al máximo para no echar a correr o clavarle un cuchillo en la espalda al joven noble. 

Varion frunció el ceño. La ira era una de las emociones más reconocibles. Lo habría previsto de ver su cuerpo temblar, un agarre demasiado fuerte, quizá demasiado espacio entre la pareja, un movimiento brusco o por el contrario, exceso de quietud. Sin embargo, el cuerpo de la mujer no indicaba nada que no fuese la más absoluta calma. Solo su expresión la traicionaba, y esta desapareció cuando su prometido se giró hacia ella. 

Los nobles estaban acostumbrados a actuar, pero, ¿hasta ese extremo? 

Varion eligió una ruta alternativa y tomó un atajo hacia el palacio del joven señor. Sabía que se dirigirían hacia allí porque había estudiado las rutas de sus paseos. 

Decidió permanecer escondido en el jardín del palacio hasta que anocheciera. Mientras tanto, fue anotando las caras y las costumbres de sirvientes y soldados. La víctima tenía una habitación para sí misma hasta que se llevase a cabo la boda. Se lo ponían en bandeja. 


Al caer la noche, Varion se inmiscuyó en la habitación, donde la futura muerta debería estar durmiendo. Cosa que no estaba haciendo. El asesino esperó y observó, oculto tras un biombo. La mujer tenía una daga en la mano y la acercaba peligrosamente a su blanco cuello. Varion enarcó una ceja. ¿Dejaba que se quitase la vida? No cobraría por ese trabajo, por supuesto, pero el cliente quedaría satisfecho de todas formas. 

Entonces, la víctima lo sorprendió por segunda vez. En vez de degollarse, se cortó la larga melena por encima de los hombros. 


—Por Faren—susurró.


Y acto seguido se despojó de todas sus ropas. Abrió una trampilla en el suelo de madera y sacó un saco. Estaba lleno de ropas de hombre. Se las puso, con una velocidad que indicaba que no era la primera vez que lo hacía. 

Antes de que abriese la puerta e hiciera un ruido innecesario, Varion le tapó la boca con una mano enguantada y colocó su espada corta sobre su cuello. La víctima tragó saliva, totalmente desprevenida y no se movió. 


—¿Quién te envía?


Varion se esforzó en no rodar los ojos. ¿Por qué todas las víctimas hacían la misma pregunta? ¿De verdad esperaban que confesase el nombre del cliente?


—Si lo que intenta es impedir esta boda, dile a tu señor que ya somos dos. Pretendo escapar esta misma noche y no volver a poner un pie en esta región.


Tenía la voz más grave de lo que había imaginado, aunque no por eso era desagradable. 


—Eres extranjera. Del norte. 

—Del clan Icarí. 

—Los ícaros no juntan a sus mujeres con nobles de la capital. 


Parecía que el sonido de su voz la estaba relajando, lo dejaba ver en su postura. Casi estaba apoyándose en Varion. Esto molestó al asesino, que presionó un poco más la hoja contra su piel. Una gota de sangre se derramó y la mujer volvió a tensarse. Eso estaba mejor.


—Los clanes de las montañas del norte se mueren de hambre. No hay lugar para el orgullo o las tradiciones cuando los estómagos de tus hijos están vacíos desde hace semanas. 


Así que eso había sido. La capital llevaba décadas intentando construir una alianza con el paso del norte. Su posición estratégica era perfecta en cuestión de defensa. 


—Tú eres un guerrero—dijo la víctima.

Varion rió sin humor.

—No es tu profesión, pero lo llevas en el corazón. Se ve en tus movimientos. Has entrenado con un maestro de armas de un clan antiguo, ¿verdad?

La hizo girarse y encararlo. Tenía unos ojos grandes como lagunas y la piel tan blanca que parecía porcelana. Era patético; no conseguiría hacerse pasar por un hombre. 

—¿He acertado?

—No—sí, lo había hecho.

Y una pregunta mucho más inquietante...¿qué hacía hablando con una víctima? No era como si fuese a cambiar nada, pero resultaba...poco profesional. 

—Me llamo...

Le tapó la boca antes de que pudiese decir nada.

—Nada de nombres. 

—¿Cuándo vas a matarme?

Estaba demasiado tranquila. Era perturbador. Aunque viniendo de un clan icarí, quizá no era tan extraño.

—El plazo termina un día antes de tu boda.

—¿Eso quiere decir que hoy no me matarás?

—Eso quiere decir que hoy puede que no te mate.

—Esperanzador—dijo ella con una sonrisa. 

Tenía que admitirlo, estaba intrigado. 

—¿Quién es Faren?—preguntó.

Su semblante se ensombreció.

—Era mi prometido de un clan vecino. 

Y mi cliente.

—¿Conoces la historia de Scheherazade?

—Salvó su vida inventando una nueva historia cada noche, sí. 

—Cuéntame tu historia y prolongaré tu vida seis días. 

—Hasta el día antes de la boda.

Varion asintió. 

—¿Por qué?

Varion la miró. Lo único que ella estaría viendo serían sus ojos; el resto estaba bien cubierto. 


—Hazlo, o muere hoy.


Y en la primera noche, la mujer comenzó a contar su historia.



La segunda noche comenzó a hablar de su antiguo prometido.

Faren y Ella habían sido presentados cuando ambos tenían catorce años, y el mismo día en el que se conocieron, les anunciaron su futuro compromiso para unificar los dos clanes más poderosos del norte. Ambos lo aceptaron como un deber, una obligación que debían cumplir como los futuros jefes de sus clanes. Faren era un joven serio, honesto, estricto con todos, pero sobre todo consigo mismo. Como correspondía a un futuro jefe de clan, era fuerte y le sobraba valor, aunque Ella aseguró a Varion que no era imprudente.


—¿Te han dicho algo por el pelo?—preguntó Varion cuando Ella acabó de hablar.

Ella sonrió queriendo esconder (sin éxito) el orgullo que sentía.

—Se ha vuelto loco. Los sirvientes lo calmaron antes de que dijese algo que fuera a ofenderme a mí o a mi clan, pero le escuché decir que las mujeres icarís somos poco más que bestias cuando pensaba que no le oía.

—¿Eso te ha ofendido?

Ella lo miró con sus grandes ojos celestes.

—En mi clan tenemos una leyenda que habla sobre jefes de eras pasadas que podían transformarse en gigantescas bestias a su antojo. 

—Suena bien.

Ella sonrió de nuevo. Varion se dio cuenta por primera vez de que se le formaban hoyuelos al sonreír. 



En la tercera noche, Ella no estaba en la habitación cuando Varion entró. Llegó media hora más tarde, con aspecto cansado y se derrumbó en el colchón, ignorando su presencia, o sin acordarse de que volvería cada noche. 

Al parecer habían tenido un gran banquete que duró hasta altas horas de la noche, y estaba derrotada. Varion se acercó a la cama y la observó. Se le vinieron a la mente las miles de formas de matarla que podría poner en práctica. Sería sencillo; ahogarla con la almohada. Nada de sangre, limpio, hasta estético. 

Decidió quedarse sentado en el suelo, en completo silencio, mientras Ella respiraba con suavidad en la cama. Pronto la respiración de Varion se acompasó a la de Ella. 



Con la llegada de la cuarta noche, Varion recibió una disculpa de Ella por no haber continuado con su historia. Él mintió y dijo que no había podido acudir de todas formas. Ella estaba comenzando a flaquear en su actuación. Se notaba que quería pedirle que le perdonase la vida, pero en toda la velada, no mencionó nada.


Junto con su mayoría de edad, cuatro años después de ser presentados, se celebraría su compromiso con Faren. No habría hecho falta esperar tanto, pues Ella cayó rendida a los pies del joven guerrero poco después de su primer encuentro. Él, quizá por vergüenza, quizá por desinterés, tardó un poco más. Su mundo hasta ese momento habían sido las batallas, aprender el arte de la guerra y la supervivencia, a actuar como un líder y a ser fuerte por aquellos que no podían. No tenía tiempo para pensar en sentimentalismos. 


Varion hizo algún que otro comentario sarcástico que fue acogido con humor por Ella. Cuando trabajaba como guadaña se convertía en una máscara sin sentimientos, pero tras oír la descripción del viejo amor de Ella, le urgía diferenciarse de él, y quizá por accidente, quizá con intención, fue revelando su propia personalidad a aquella mujer. 



La quinta noche Ella lo esperaba en el jardín, encima de un bonito puente de madera que cruzaba un estanque gigante. Asegurándose que no había guardias en los alrededores, la sorprendió por detrás. Ella no gritó, pero se sobresaltó y giró sobre sus talones demasiado deprisa, resbalando. Varion se apresuró a agarrarla, casi como un reflejo, antes de que cayera y de pronto Ella se encontró en sus brazos. Se ruborizó, pero no hizo el más leve amago de apartarse. Varion, por curiosidad, puso una mano sobre su mejilla mientras la otra continuaba fuertemente pegada a su cintura, y el pulso de Ella se aceleró. La había acercado mucho más hacia él sin apenas darse cuenta. Varion sonrió ante sus reacciones, sonrisa que Ella no podía ver tras las vendas que lo ocultaban. 



Esa noche, Ella no se sintió capaz de hablar de Faren.



Llegó la sexta y última noche. 

Lo esperaba sentada en el borde de la cama, con el rostro en calma para alguien que está a punto de ser asesinada. Varion pidió escuchar el final de la historia y Ella dijo que aceptaría si le concedía un último deseo. 

—Quiero ver tu cara.

—...Concedido.

Ella sonrió. Era una sonrisa triste. Y comenzó la última historia.

Un par de años antes del enlace, Faren y Ella ya estaban enamorados. Faren demostró ser un hombre apasionado y Ella estaba segura de que no había mujer más querida. Todo parecía estar guiándolos hacia un final feliz...pero el mismo año de la boda, una terrible hambruna azotó los clanes del norte. Cuando ya parecía que todo estaba perdido, una suculenta propuesta llegó de la capital: provisiones y ayuda médica hasta que pudieran valerse por sí mismos, a cambio de una unión que simbolizara la alianza entre la capital y el clan que gobernaba el paso del norte. Ella, siendo la única hija del jefe icarí, fue elegida. Faren se puso furioso e hizo todo lo posible por detenerlo, pero la decisión estaba tomada. Lo más importante era la supervivencia de todos los clanes. Faren juró que no dejaría que se casase con un vanidoso noble de la capital, pero Ella fue obligada a partir y no volvieron a verse. 

—Aunque...—Empezó Ella.—La historia no termina ahí.

—Conozco el resto.

Ella negó con la cabeza y continuó su narración.

Narró, esta vez, como mientras estaba prisionera y prometida a aquel noble, una misteriosa sombra los seguía a todas partes. Como una noche, esa sombra se materializó en su habitación y le dijo que tenía seis noches antes de morir. Como pidió oír su historia, saber qué le había llevado a estar donde estaba y por qué quería escapar de su destino. Como Ella, muy a su pesar, empezaba a desear que llegase la siguiente noche, porque podría verlo de nuevo, aunque eso significaba que su vida se acortaba. 

—Y al fin, llegó la última noche. La noche de mi muerte. En el fondo, puede que la merezca. He traicionado a Faren. Tan solo te pido que cumplas ese último deseo. Quiero ver tu cara antes de morir.

Voz serena. Manos temblorosas. Ojos húmedos. Varion nunca la había visto tan vulnerable. Se arrodilló en el suelo, frente a Ella. Poco a poco, se fue quitando las vendas una por una. Desató la coleta para liberar su pelo oscuro y dejó al descubierto un rostro herido con múltiples cicatrices. Una atravesaba el ojo izquierdo. Otra cruzaba la mejilla derecha. Otra el labio. Sabía que no era lo más agradable del mundo. Bajó la mirada. Tenía miedo de ver decepción en los ojos de Ella.

—Eres más joven de lo que pensaba. Tienes una voz muy...profunda.

Varion fue a levantar la vista para responder, y cuando lo hizo, no pudo articular palabra, pues Ella presionó sus labios contra los de él. Era un beso torpe, miedoso, como si esperase que la fuera a empujar o alejarla violentamente. Pero Varion ya no podía más. La atrajo contra sí, donde ella quedó sentada en su regazo, y devolvió el beso con ardor. Sentía el sabor de la sal en su boca y en un primer momento, no entendió por qué. Hasta que abrió los ojos y vio que ella estaba llorando mientras lo besaba. ¿Lloraba por miedo a la muerte? ¿O porque se sentía infiel hacia Faren?

Varion la separó con delicadeza.

—Hay algo que debes saber.

—Sé...—Necesitó un momento para recuperar la compostura y dejar de sollozar.—Sé que esto no cambia las cosas. 

—No es eso. Es sobre Faren. 

Ella apartó la vista, conteniendo las lágrimas.

—Faren es mi cliente. Él fue quien ordenó tu muerte.

Al oír esto, su cuerpo perdió toda la fuerza y Varion tuvo que encargarse de que no desfalleciera.

—Eso es imposible. Faren no...Faren nunca haría algo así. 

—Si lo que vas a decir a continuación es que el nunca te haría daño porque te amaba...

—Me amaba—repitió Ella, con voz insegura.

—Sí. Te amaba demasiado. Y de una forma...inquietante. No pudo soportar la perspectiva de que te casases con otro y prefirió saber que estabas muerta, antes que en brazos de otro.

Ella se alejó de Varion y se irguió. Varion también se levantó y le dio unos momentos.

—Va ser medianoche. Deberías apresurarte: acaba tu trabajo.

—¿Deseas volver con Faren?

Varion no estaba a gusto en esa situación. Despojado de máscaras y escondites, fuera de las sombras y la oscuridad, cara a cara con una mujer que empezaba a despertar en él algo peligrosamente parecido al amor. Pero sabía sin duda alguna que si Ella respondía que sí, la sacaría de ese palacio y la llevaría con su querido Faren. 

—No quiero volver a verle. Ni a él, ni al señor de este palacio. Por eso, acaba lo que empezaste y no tendré que ver a ninguno nunca más. 

—Desde que te vi de cerca lo supe. 

—¿Qué?

—Serías una buena guadaña. Con el entrenamiento adecuado. Aunque te llevaría años...tendrías que pasar mucho tiempo con un buen maestro. 

—¿Estás insinuando...?

Varion extendió una mano hacia ella.

—Espero que tengas una historia para cada noche. 

Ella se secó las lágrimas y cogió la mano que le ofrecía. Él la cogió en brazos y escapó sigilosamente del palacio. Paró un segundo en el puente del estanque.

—Creo que no me he presentado. Me llamo Varion.

—Mi nombre es Zarina. Es un placer, Varion.

Varion y Zarina se sonrieron mutuamente y de una vez por todas, salieron de aquel palacio, y luego de aquella región, y nunca jamás volvieron a pisar ni la capital ni las montañas del norte.

5 comentarios:

  1. Interesante, por un momento creí que la iba a matar XD
    Pero es un lindo final :)

    Salud

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    1. Dudé sobre qué final darle, pero pensé que el final trágico o frío era el más predecible. Y adoro los finales felices jajaja
      ¡Un saludo Denise y gracias por leer y comentar!

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  2. Me he enamorado de tu historia, Gaby. Ya te lo he dicho muchas veces con Crónicas del Submundo pero te lo repito igualmente. Me encanta tu forma de escribir, siempre me agrada y das a la historia un buen ritmo. Te felicito (se me hace raro no leer sobre Scarlet, nos tienes mal acostumbrados a tus lectores) porque has vuelto a engancharme a una historia y la pena es que sea solo un relato T.T Estaría bien leer más relatos tuyos que no tengan nada que ver con Cronicas del submundo porque escribes muy bien y tienes imaginación ^^
    Un fuerte abrazo de tinta y papel,
    María
    P.D: El detalle de no decir el nombre hasta el final me ha gustado mucho ;P

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    1. ¡Hola María! Síii, yo también me siento rara escribiendo otras cosas que no sean CdS. Es como si con CdS sintiera algo concreto, es como estar en casa, y con otras historias es...otras historias.
      Mi problema es que me cuesta escribir relatos por la extensión. Me gusta demasiado alargarme y hacer evolucionar a los personajes poco a poco, y se me complica en una historia corta. Pero seguro que haré más :)
      ¡Un beso!

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